blank

Ya no tenemos edad para cometer errores…

He tenido miedo. A muchas cosas. Aunque ya casi nunca lo siento, sigue ahí, agazapado, escondido y sin dejarse notar. Se limita a pararme, a impedirme actuar. Provoca dejadez, pasotismo y, antes de que pueda darme cuenta, se ha salido con la suya. No he actuado. Antes de que llegase a plantearme siquiera hacer nada, antes de dar paso alguno.

 

La cuestión es… ¿Por qué sigue en mí un miedo que ni siquiera siento?

 

Pienso. Pienso mucho. Mucho más de lo que actúo. Recreo en mi cabeza todas las posibilidades, todas las consecuencias probables. Barajo, sopeso, y decido. Decido seguro, sobre opciones y movimientos inseguros, y antes de materializar dicha decisión, vuelvo a pensar, a sopesar y a decidir no hacer algo que parecía buena idea, pero que ahora ya no, y nunca sabré qué habría pasado. Sólo creeré que hubiese pasado lo que pensé que pasaría.

 

En cambio, aunque haya decidido no actuar, anticipándome a un posible error… ¿Qué hubiese sucedido de no haberme negado a actuar? Podría haberme chocado contra una pared, podría haber cometido un gran error… pero y qué… ¿Hubiese sido acaso el último? No. Hubiese sido sólo uno más, uno entre los cientos que ya he cometido y los miles que espero cometer en adelante.

 

Pero parece que la posibilidad de acertar pesa mucho menos que la de errar. Y ya no tenemos edad para cometer errores… ¿No? Ya somos adultos. Ya hemos cometido todos los errores posibles cuando éramos más jóvenes, cuando lo normal era equivocarse porque tenías la edad para ello, e incluso era lo que se esperaba de ti.

 

En cambio, ahora parece que no podemos cometerlos, como si nos hubiese dado tiempo a cometerlos todos ya, y ahora ya tuviésemos que saber a la perfección qué toca hacer en cada situación que se nos presente. Cuando cada día es diferente. Cuando las cosas cambian constantemente y cuando nuestro día a día es vivir una vida que poco o nada tiene que ver con aquella época en la que se nos permitía cometer errores.

 

No sé si es envidia o nostalgia, pero recuerdo aquella época en la que no me daba miedo arriesgarme, en la que no temía las consecuencias de darme contra una pared, en la que sabía que aun cayéndome podría levantarme, Y HACERLO.  Con un único pensamiento que no me abandonaba… «PUEDO».

 

Parece una tontería, pero sólo con saber que podía hacer, de una forma o de otra, aquello que me proponía, me hacía no contemplar otra opción, y al final, me salía con la mía.

 

Ahora estoy más preparado. En casi todos los sentidos al menos.. ya que todo lo que he ganado en experiencia ha ido usurpando poco a poco terreno a mi valentía y a mi capacidad de decisión, volviéndome más lento, más cauteloso, tratando en vano de ir sobre seguro. Pero para ir sobre seguro hay que hacer cosas «seguras», cosas aburridas, y todo aquello que se mida con los mismos varemos de mediocridad será una apuesta segura por el fracaso, y yo, no voy a fracasar, me caiga las veces que me tenga que caer.

0 Comments
Share Post
No Comments

Post a Comment